domingo, 26 de diciembre de 2010

Un sueño

Esta noche soñé que no estaba sola... Rompí mis cadenas y salí a buscarte. Sin saberlo, ya estabas esperándome, como si hubieras leído en mi mente la intención de fugarme. No era un sueño gris. Estaba lleno de color. El único ser pálido parecía ser yo. Los ojos cerrados para no ver lo que se mostraba evidente y un sobrepeso en mi espalda me daban un semblante de sufrimiento.

Mas tú estabas ahí. Te aproximaste para disminuir la carga que llevaba. Tu ternura y preocupación me conmovieron a tal punto que decidí confiar en ti. Aunque fuera la última vez. Aunque fuera solo en un sueño que no sería eterno.

Agarraste mi mano y me llevaste por senderos que no quería recorrer. Seguía con los ojos cerrados para no reflexionar sobre la realidad, para perderme en ese mundo de ilusiones en el que me gustaba vivir, aun cuando me traía tanta decepción y desdicha.

Pero tenía que enfrentar esa verdad. No podía continuar en ese ciclo de caídas y recaídas constantes, en el que la única persona que estaba condenada a perder repetidamente era yo. Me encontraba en un juego perfectamente planeado para que yo jamás fuera la ganadora. En medio de mi ceguera no podía ver las opciones. Me perdía en aquel círculo del que no conseguía salir.

Mas tú me ayudaste. Me obligaste a abrir los ojos, aunque no quería hacerlo. Me daba temor enfrentar la verdad de que lo que había vivido era solo un espejismo, algo que jamás existió. Aunque para mí fue muy real mi mundo de dos, cuando abrí los ojos pude ver que allí solo viví yo. No era de dos. Siempre fue de uno. De la perdedora.

Cuando al fin mis párpados se alzaron para dejar al desnudo mis pupilas, la luz que ingresó por mi retina me hirió. Estuve tanto tiempo en la oscuridad que ya me había acostumbrado a ella. Había olvidado que existen otras opciones, otros caminos... Y me empujaste a verlos. A descifrarlos. Y finalmente caí. Necesitaba caer para volver a sentir, para recordar que seguía viva, que debía levantarme y seguir.

Eso hice. El aprendizaje no concluyó allí. Empecé a caminar aunque al principio me tambaleaba y quería retornar a mi estado inicial, de ojos cerrados, mente cerrada, verdades rechazadas... Pero seguías ahí. Motivándome a avanzar. Y fue allí cuando vi en ti algo que no creí volver a ver. Algo que pensé jamás sentir y que lo reservo dentro de mí.

Ahora ya no soy aquel ser descolorido que destacaba por su rareza en un sueño multicolor. Me mimetizo con ese entorno maravilloso al que me transportas cuando aprietas mi mano, cuando invades mi sueños y me llevas junto a ti.

Y todavía sigo en esta noche. Sumergida en aquel sueño que pasó de gris a tornasol. Esta es la historia de una ficción. Una fantasía creada por mi corazón para regocijar mi alma... No existimos en el mundo. Solo vivimos en nuestros sueños. Es allí donde nuestras almas encuentran vida y amor. Solo un sueño de dos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario