sábado, 4 de enero de 2014

El rencor

Dicen que el rencor es aquel sentimiento con el que uno pretende hacer daño a otros, pero que al final el gran perjudicado es uno mismo. Es exactamente eso lo que me ocurre. Mi corazón está herido desde hace varios meses y ver la sonrisa perenne de una de las personas causantes de ese dolor no me deja tranquila.

No entiendo cómo alguien que por sus acciones causó tanta tristeza a otra persona pueda estar feliz, sin ningún tipo de remordimiento ni mucho menos castigo divino por entrometerse en algo que era de dos. Sé que no es la única persona culpable, mas su felicidad me produce náuseas.

Es difícil liberar todos esos sentimientos negativos que guardo dentro de mí y que en realidad a quien causan más daño es a mí misma. Quisiera olvidar pero es tan difícil cuando debo ver y compartir con ese ser que vive feliz a costa del sufrimiento de otros.

Creo que debo liberarme de todo lo que me vincula a ese dolor. No puedo seguir pretendiendo que todo está bien, que nada ha pasado. Debo encontrar mi camino dejando las cadenas de un pasado que se transformó en una historia triste y así quizás algún día el rencor abandone mi alma.

martes, 31 de diciembre de 2013

Una decisión

Qué difícil es decidir con cabeza fría. A veces las emociones ayudan a que uno tenga más determinación, pero precisamente la falta de estas hace que se pierda la fuerza para escoger una opción.
Sé que lo que decida va a causar dolor, a causarnos tristeza, pero ya no veo otra salida a este nexo que en algún momento pareció ser inquebrantable.

No me siento igual, es un hecho. Un error hace unos meses sé que fue el detonante de este momento, aunque su causante no lo quiera aceptar y quizás no lo acepte nunca. Es difícil de todas formas saber que lo que pueda decir o hacer le provocará tristeza. Pese a todo no concibo hacerlo sufrir. Aún tengo muchos sentimientos por la persona con la que compartí varios años, pero creo que necesito distancia para descifrar esto.

No sé si después de decidir algo haya la posibilidad de retomar quizás con más brío lo que hoy está apagado. Por eso considero que lo mejor es alejarse unos metros y así visualizar la situación desde afuera. Espero que coincida conmigo en eso.

Siempre trato de tener vida bajo control, pero la parte sentimental en este momento me agobia. Intento no dejarme dominar por la incertidumbre y los malos recuerdos mas no lo consigo… Como dije en un post anterior, todavía estoy tratando de levantar el vuelo. Sigo intentando.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Mi balance del 2013

Nuestras vidas se dividen en años… Años a los que calificamos de 'buenos', 'malos', 'tristes', 'exitosos', etc. Este 2013 no creo que encaje en alguna de esas definiciones porque estuvo constituido por varios momentos que abarcan en realidad todas las expresiones anteriormente mencionadas.

En el plano laboral no sufrí mayores cambios. El aprendizaje de cada día se mantuvo y sin duda viví más experiencias que me han permitido crecer como periodista y estar cada vez más cerca de alcanzar mis metas.

Sin embargo, el aspecto sentimental estuvo lleno de altibajos que me llevaron de la felicidad a las lágrimas y viceversa. Recibí el golpe más duro en el ámbito amoroso y de las cenizas traté de resucitar, como aquella tan sonada figura del ave fénix.

Aún estoy en ese proceso de retomar el vuelo. No ha sido fácil. Sobrellevar ese tipo de situaciones y tratar de salir invicta es misión imposible. Obviamente no lo conseguí. Algo en mí cambió profundamente y en ocasiones dudo que pueda ser nuevamente aquella persona que fui. Estoy todavía en ese momento de transición, tratando de esclarecer las dudas del corazón.

En la parte familiar algunos sucesos me hicieron aceptar las decisiones de unos, aunque no las compartiera. El amor, supongo, es así. No se trata de reprochar; hay que comprender y aceptar, en especial cuando son aspectos que no se pueden cambiar.

Siento que en general, como persona, he crecido muchísimo, viendo el mundo de una manera más clara, entendiendo que debo seguir luchando para conseguir mis objetivos y que siempre debo dar la mano a quienes amo. Sé que la vida es un aprendizaje constante y me entusiasma aprender las lecciones cada vez que se presentan, pese a que en ocasiones sean dolorosas.

¿La vida es compleja? Por supuesto, bastante. Pero aquí estoy, lista para otro año de adquirir conocimientos, levantarme y salir adelante. En todo sentido.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Con las alas rotas

Eran dos corazones que latían al unísono, pero la llegada de un ser sin luz trastocó aquel compás y arruinó la sinfonía.
Las notas que sonaban a la par se convirtieron en los destellos de un reloj de cuerda que ya no quiere dar la hora.
El ingreso de un ser sin luz fue permitido y dañó la armonía de aquel repique de tambor que se convertía en un motor de vida.
Las manecillas no se detuvieron, pese al profundo deterioro que el arribo de aquel ente significó. El tiempo siguió su curso y los dos corazones, uno que funcionaba a medias y el otro que se esforzaba por reparar el daño, buscaban recuperar el balance que equilibraba sus días.
Pero la herida fue mortal. La pérdida del compás afectó un órgano vital que no era el responsable de la llegaba de aquella sombra que envolvió con su oscuridad una historia de más de 24 meses.
Pese a eso, llegaron a los 36, en medio de la lucha constante por recuperar el flujo sanguíneo, por retomar el latido armonioso que había sido alterado.
Sin embargo, aquel corazón casi descompuesto finalmente pudo realizar una evaluación de su estado, descubriendo la amarga verdad del papel arrugado que es imposible volver a estirar.
Y se convirtió en una grieta por la que paulatinamente empezaron a descender otros sentimientos como la ilusión, la emoción, la alegría y ya no volvió a acelerar su pulso cuando se acercaba al que en algún momento fue su otra mitad.
Aquella alma desquebrajada se transformó en algo desconocido. Fue el resultado de las acciones de un corazón que no supo valorar la importancia de encontrar otro con el mismo compás, con las mismas ideas, con el mismo ímpetu.
El reloj sigue girando y aquella alma de corazón que funciona a la mitad, también tiene las alas rotas.
Perdió la credibilidad en el sentimiento que muchos aseguran es el motor de la vida. No hay respaldo teórico al respecto.
Con las grietas en su pecho trata de aprender cómo levantar nuevamente el vuelo… Difícil misión. Fue forzada a asumir un reto sin preparación. Deberá regirse por la intuición y quizás, algún día, si tiene suerte, podrá otra vez creer que existe otro latido de igual ritmo y sincronizar sus pasos. Por ahora aún está tratando de volar con las alas rotas.

martes, 5 de noviembre de 2013

Una dualidad en mí

Tengo 23 años, aunque en ocasiones podría parecer de 12 y en otros de 40. Creo que esa dualidad me permite adaptarme a las diversas circunstancias y actuar de acuerdo al momento.
Con defectos y errores, trato cada día de superarme. No puedo poner la cabeza en la almohada sin que aquel toque mágico del algodón y mi cabello me lleve a pensar en todo lo que hice durante el día y en lo que me falta por hacer.
Eso se vincula con la lectura de una compañera de la palma de mi mano. No es que crea que mi vida está escrita en unas cuantas líneas, pero mencionó algo que me llevó a reflexionar. Contempló mi mano izquierda y me dijo que estoy muy preocupada por mi destino y por cumplirlo.
Aunque me sorprendió que unas cuantas líneas horizontales, verticales y transversales pudieran revelar algo de mí, debo confesar que aquella descodificación resultó acertada.
Trato siempre de superarme, de dar más de mí, de aprender otras cosas y trabajar por las metas que me trazo.
Sé que no estoy sola en medio de este camino sinuoso al que llamamos vida. Lo transito de la mano de las personas que amo y me aman, de aquellas que conocen realmente que detrás de un rostro sonriente, que canta todo el día y que a veces reacciona de forma brusca cuando se enoja, hay una persona dispuesta a cualquier sacrificio por un ser amado.
Detrás de mis fallas y de la aparente superficialidad, existe una mujer que tiene sueños, que está pendiente de cada detalle de su vida porque sabe que hasta el más pequeño elemento permite acercarse a cada meta.
No todos logran conocerme realmente. Pocos saben lo que hay en mi corazón, mi capacidad de ayudar al otro que a veces me quita el sueño.
Pienso mucho no solo en mi vida, sino en la de los otros. En lo afortunada que soy de haber nacido en el hogar que crecí, de tener como pilares a dos personas maravillosas que tuvieron la dicha de encontrarse.
En la suerte que tengo de hacer todos los días actividades ligadas a lo que me apasiona… el periodismo. De ver que estoy rodeada de personas de las que recibo cariño y frases de aliento.
Soy más que aquella chica sonriente. Pero eso solo lo descubren quien deja de pensar en mi exterior y se concentra en conocerme.
Sé que la vida se encarga de poner en nuestros caminos a las personas que aportarán en nuestro destino de una u otra forma. Agradezco que a mis 23 años ya haya aprendido muchas cosas, haya pasado por algunas experiencias que me han permitido crecer, madurar, ver la vida de una manera distinta.
Aquí sigo, en este camino de lucha y perseverancia. En medio de rabietas, propias de mis 12, y de mi compasión por el otro y poder de empatía, propios de mis 40.
Y en la mitad está la joven de 23 que con sus grandes ojos observa al mundo maravillada por su creación y con esa fuerza y el ímpetu de creer poder llegar a Marte… Así soy yo

martes, 15 de octubre de 2013

El puñal

Fueron muchas las señales de su traición que pude percibir, pero preferí pensar que no era real. Aún recuerdo el trabajo de planchar mi cabello para tenerlo lacio.

La primera vez de mi aparición sin churros, recibí muchos elogios. Decidí maquillarme un poco más y todos me preguntaban cómo así estaba tan arreglada y más guapa. Todos, menos él. Pasaba desapercibida para la única persona frente a la que quería destacar.

Y lo peor es que 'era mi culpa'. Nuestros 'problemas' supuestamente lo habían convertido en eso, en una persona sin detalles. Meses después todo encaja. Era su infidelidad.

Creo que por lo que viví podría escribir una historia de ficción sobre amor y traición. Quizás muchas se sentirían identificadas con esa mezcla de tristeza y rabia, luego de descubrir la verdad.

También recuerdo las fotos que subía y que a duras penas tenían un 'me gusta' de parte de él, por supuesto, después de insistirle y decirle que no había puesto nada.

La falta de emoción por verme fines de semanas, las llamadas antes de dormir que ya no llegaban, los mensajes de amor que ya no leía... Así mi historia de amor se apagaba y aún, pese a todo, no fui infiel, no podía imaginarme con otra persona que no fuera él. ¿Lo valoró? ¿Acaso lo valora ahora?

En noches así creo que no sé con quién estoy. Quizás estoy aferrada a un recuerdo o a esa personalidad que ahora pone conmigo. Tanto me mintió y sigue mintiendo. ¿Cómo puedo diferenciar la verdad de la mentira?

Estoy en un proceso que detesto a la persona en la que me he convertido. Me siento como una alfombra que deja que la pisen y salten sobre ella, mientras finge que todo está bien, que no está siendo pisoteada.

Odio no poder diferenciar sus mentiras de la verdad... odio sentirme así. Fui feliz, lo soy por momentos en los que trato de olvidar esa traición. Pero tan bien la hizo, que siempre habrá algo que me la recuerde. Así de 'inteligente' fue. Sin embargo, no entiende lo que siento. Este dolor que llevo dentro.

Sé que ese repulsivo ser no me llega ni a la uña del pie, no por presumida, es un hecho. Y es eso lo que me hace más difícil entender la actitud de él. ¿Me puede engañar con cualquier pendejada?

Creo que hasta que no descifre eso, no estaré tranquila. ¿Cómo puedo estarlo? Las mentiras siguen y además ni siquiera piensa que esa pobre pendeja tuvo algo de culpa. ¿La defiende?

¡Qué ganas de perderme del mundo!

miércoles, 9 de octubre de 2013

¿Dónde quedó el romanticismo?

En medio del camino difícil que recorro en el aspecto amoroso, trato de mantenerme fuerte y de superar cierto episodio que aún me marca. Hace meses pensaba con emoción en el tercer aniversario de esta relación, pero hoy debo reconocer que no siento el mismo entusiasmo.

Me alegra que llegue esa fecha, sin embargo me hubiera gustado no tener cicatrices en el corazón. Todavía tengo muchas dudas que no me dejan tranquila. Trato de luchar contra pensamientos negativos, pero los meses de engaño no me dan descanso. ¿Será que terminó? ¿ya podré confiar?

Definitivamente jamás pensé que los tres años llegarían bajo estas circunstancias. Es difícil. Mientras tanto sigo esperando que mis heridas sanen y que la ley del boomerang se encargue de aquellos que causaron dolor.

Quizás una semana lejos de todo me resulte favorable... Aún no he podido virar la página.

lunes, 7 de octubre de 2013

Adelante

Qué difícil es seguir adelante y superar un episodio de engaño. En ocasiones creo que ya es pasado, pero en momentos me embarga la nostalgia y me llena de enojo pensar en el tiempo que fui traicionada. Por otro lado, me invaden las dudas sobre la posibilidad de vivir una situación así nuevamente.

Siempre pensé que no perdonaría una traición, que sería recalcitrante y no cambiaría de opinión.  Cuando uno ama a alguien no engaña y mucho menos de esa forma.

Creo que no podremos ser nuevamente los que fuimos. A veces siento que la magia del amor verdadero se perdió. Se esfumó.

Sin embargo, sigo aquí. Aferrada a lo que siento, pero ¿hasta cuándo?

Aún duele. Y duele no poder hablarlo o expresarlo sin terminar en una pelea. A veces tan solo quisiera que me escuche, que me deje llorar en su hombro y no tener que hacerlo sola.

No puedo simplemente dejar en el pasado algo de esa magnitud...

Sigo en medio de un limbo sin saber qué ocurrirá. Con el corazón partido en dos, tratando de seguir amando...


martes, 1 de octubre de 2013

Detrás de una sonrisa

En momentos como este me gustaría no tener recuerdos, que mi mente tuviera la capacidad de borrar ciertos instantes, como cuando uno se deshace de un documento al eliminarlo de la papelera de reciclaje. Así.

Sin embargo, la traición de una persona amada se convierte en mi espina, en mi martirio constante, aun cuando trato de fingir que todo está bien y que ya lo superé. Creo que si hubiera actuado realmente mal, probablemente pensaría que me lo merecía. Pero, no fue así. Tuve errores, como todos, mas no ameritaban una respuesta de ese tipo.

Escucho el viento soplar en mi ventana, las voces incomprensibles de un televisor cercano, los carros transitar en una avenida, el mundo gira a mi alrededor y yo me siento tan sola. En instantes así mis ojos se llenan de lágrimas, el pecho se me pone rojo y siento aquel tan trillado nudo en la garganta que pareciera asfixiarme.

¿Cómo olvidar? No lo sé. Estoy tratando de descifrarlo mientras surge en mi mente otra interrogante... ¿cómo volver a confiar? Quizás la primera pregunta está mal enfocada y debería centrarse en 'superar'. Sin embargo, aún no encuentro respuesta a ninguna de mis dudas. Mis pensamientos martillan mi mente y yo sigo estupefacta tratando de entender porqué me vieron la cara de idiota durante tanto tiempo.

Lo que menos comprendo es su actitud. Esa arrogancia, prepotencia, enojos desmedidos cuando tiene todas las de perder porque como él mismo reconoce... "la cagó".

A veces siento que un día me cansaré de seguir poniendo una sonrisa en mi rostro y revelaré lo que en realidad experimento. Si hay algo peor que todo esto es saber que no puedo compartirlo con alguien, que debo callármelo, mientras me asfixio en mis propias lágrimas, en mi propio dolor.

El reloj marca las 22h58... Recuerdo la frase "amor clandestino", las mentiras posteriores, las "sacadas en cara" dos días después... ¿Y aún le cuesta entender que todavía me duela?

No puedo decir que tengo mucha experiencia en el amor, creo que precisamente eso me ha perjudicado de una u otra forma... Pese a eso puedo asegurar que el dolor que siento ahora y que atravieso desde el 26 de julio ha sido el más grande que he vivido vinculado a temas de pareja.

Una lágrima más me impide seguir viendo las letras que tecleo. Continúo haciéndole porque me he memorizado el teclado. Así como memoricé cada palabra de aquel infortunado correo que aquella infortunada persona no atinó a borrar. Y tengo la certeza de que no lo borró para no olvidar el dolor de despedirse de su "amor clandestino".

Leer que alguien que amas le dice a otra persona que no es feliz contigo es como si te clavaran mil puñales por la espalda, te atraviesan y llegan a tu corazón. Tengo tanto dolor dentro de mí que no logro exteriorizar.

¿Cómo creer que ahora sí es feliz? ¿cómo creer en sus 'te amo'? En instantes así pienso que nada volverá a ser como antes por más que me esfuerce. Y creo que es porque me estoy esforzando sola. Aún no ha hecho algo por recuperar mi corazón.

De todas formas, según él, mi ayuda no es tan significativa y solo se limita a un factor... No entraré en detalles en esta parte.

Qué tristeza tan grande atraviesa mi corazón... y en pocas horas deberé hacer lo que hago siempre. Sonreír y pretender que todo está bien. Solo para no dar mi brazo a torcer.... Esta es la realidad, detrás de una sonrisa.

sábado, 27 de julio de 2013

Una traición

Fue un golpe... leí las letras rápidamente y cada una dolía más que la anterior. Era un correo de 'despedida', de una persona sufriendo por otra, por su 'amor clandestino'. Era la persona con la que estaba compartiendo dos años, nueves meses de mi vida, que le escribía a otra, lamentándose por ya no estar juntos y porque no estaba bien con la "persona que tenía a su lado". Yo.

Estoy segura que no soy la única que ha pasado por este tipo de situaciones, por lo que seguramente deben saber lo que ocurre en nuestro cerebro y especialmente en nuestro corazón en ese momento. Primero viene la decepción, los latidos del corazón se acelera, sientes un nudo en la garganta y la palabra traición empieza a pronunciarse de manera exhorbitante.

Luego viene el coraje. Querer mandar a la 'mierda' todo. Ese amor parece transformarse en odio y la respiración se siente entre cortada. Cuesta respirar. Por más dramático que esto suene creo que alguien que lo ha vivido podría estar de acuerdo conmigo.

De ahí, las explicaciones. Las excusas más descabelladas se hacen presente y uno ahí, sabiendo que fue una idiota traicionada y además se siente una pendeja al escuchar tantas tonterías para tratar de justificar lo injustificable.

Quizás, si tienen suerte, les pidan perdón. Esa palabra de seis letras que no se acerca ni un poquito a todo lo descrito anteriormente, a toda esa sensación de engaño, de preguntar '¿qué hice mal?', de tratar de replantearte la vida sin esa persona con la que esperabas vivir mil momentos más.

¿Perdón? ¿Acaso es suficiente decirlo? Y por supuesto, no podía faltar el 'te amo'. Uno cuando ama a alguien no traiciona, no engaña y mucho menos con alguien cercano. Es una doble puñalada. Pero aquel ser que ya no conozco más pretendía que con esas simples palabras yo corriera a sus brazos diciendo que lo olvidaba todo.

No soy así. Creo que valgo mucho para no hacerme respetar. Puedo tener muchos defectos, él también, pero jamás traicionaría a alguien que digo amar. Eso no se hace. Es jugar con otra persona, hacerla quedar como una imbécil con otros. Es jugar a dos puntas.

Lo que me entristece es que por algo pasajero haya destruido una relación estable que hasta recibía elogios de otras personas. Una relación que se había consolidado porque más que novios éramos mejores amigos.

Pero como dice esa canción "mientes, me haces daño y luego te arrepientes". ¿De qué sirve estar con alguien que me miro a los ojos tantas veces y mintió? ¿Cómo podría continuar así?

Ahora muchas letras de canciones cobran sentido para mí. Letras con las que esperaba jamás sentirme identificada. "Que uno quiero para que lo quieran, que uno ama para que lo amen, que uno no da la vida entera para que lo engañen". Quizás la oyeron en algún momento. Es totalmente cierta.

Me fui en contra de muchas personas, no me importaba sacrificarme mil veces para estar con esa persona que no supo valorar nada de eso. Ahora estoy en el proceso de replantearme mi vida, de tratar de salir en ese abismo en el que estoy, de superar el dolor y convertirlo en fuerza para seguir adelante. Sé que no lo lograré en un día ni dos. Solo espero que llegue el momento en que pueda mirar atrás y decir: Lo superé.

Ahora esa es mi meta. De aquella persona que admiraba, hoy no queda nada. Solo tristeza y dolor. Pero no dejaré de luchar aunque me sienta débil. Seguiré mi camino, como ya lo hice antes.

miércoles, 10 de julio de 2013

De la admiración al amor

A las almas románticas nos sucede esto... Siempre nos fluyen las letras cuando van dedicadas al amor o cuando son inspiradas por aquel sentimiento universal que causa los sacrificios más grandes.
Esta noche un fugaz pensamiento me motivó a realizar una reflexión más profunda sobre la relación entre el amor y la admiración.
Partiendo de mi experiencia y de lo que vivo actualmente puedo decir que ambos están vinculados de forma estrecha y que probablemente el primero es una consecuencia del segundo. ¿Qué quiero decir con esto?
Tan sencillo como esto. La admiración por alguien puede despertar el amor hacia esa persona. Y visto desde otra arista, creo que es necesario sentir admiración por la persona con la que estamos involucrados sentimentalmente.
Considero que aquella dosis de admiración hace que el vínculo con la pareja sea más fuerte e interesante.
Puedo reconocer muchos defectos en la persona que despierta mi sonrisa cada día, pero sin duda tiene varias cualidades que estimulan mi admiración. Esos pequeños actos que desencadenan un hondo suspiro o una inflada de pecho. Sí. Es exactamente a eso a lo que me refiero.
Creo que es 'saludable' sentir admiración por su pareja y me arriesgo a pensar que eso puede relacionarse con el respeto que se desarrolla entre ambos.
De la admiración al amor puede que haya más de dos pasos, pero sin duda representa un buen augurio de una posible relación amorosa. Por supuesto que existen miles de factores más, sin embargo creo que este que menciono es relevante y digno de analizar.

jueves, 16 de mayo de 2013

Nostalgia y recuerdos

Encuentro en la escritura esa terapia que me permite liberarme de ciertos pensamientos que martillean mi cabeza... Hoy es una de esas noches en las que mi cerebro no deja de pensar y de formular interrogantes sobre diversos aspectos.
Estoy a menos de dos días de mi esperado viaje y la ansiedad me embarga. Siento que hay aspectos en mi vida que no están de la forma que me gustaría que estuvieran. 
Lamentablemente las personas nos damos cuenta de lo que tuvimos, solo, cuando dejamos de tenerlo, cuando se siente el vacío y la sensación de nostalgia... la famosa 'saudade' que tanto ha marcado a mi hermano. 
Es esa mezcla de tristeza y gozo al revivir un instante de alegría que ya no existe más, que fue aniquilado por las manecillas del reloj de la vida y que solo puede ser resucitado a través del recuerdo y la memoria. 
Así me siento hoy. Con nostalgia de la persona que me consentía, que me protegía y me demostraba de mil maneras su inmensa felicidad al tenerme a su lado. 
Era imposible imaginarme sin aquel ser que era el responsable de tantas risas y momentos de amor. 
Pero esta noche los recuerdos me llenan de nostalgia. Estoy escribiendo, plasmando lo que siento y vienen a mi cabeza sus resentimientos, los motivos por los que supuestamente cambió. Motivos que me señalan como la causante de aquella transformación que dista de la persona que me hizo mirar la vida con otros ojos y aprender a valorar otras cosas que no tienen una cifra para cuantificar. 
Sé que todavía tengo mucho por vivir y aprender, pero quisiera que a veces las lecciones fueran menos duras. Estoy esforzándome por dar el primer paso para retomar los detalles, las frases de cariño y preocupación, mas no veo la respuesta a aquel estímulo. 
Duele ver que algo se deteriore y saber que si no se hace algo pronto, terminará perdiendo su vida, como una enfermedad a la que no se trata, que no se le presta atención hasta que las defensas del cuerpo ya no la pueden combatir, y así, el organismo cae, se rinde y marca el fin de su existencia. 
El tiempo ya está transcurriendo y aún no llega el antídoto para la indiferencia... 

sábado, 13 de abril de 2013

De nuevo empezaré

Observé mi rostro en el espejo y no me reconocí... Fue entonces que entendí que no podía continuar así. Amar no es guardar rencor, no es tener resentimientos, no es demostrar quemeimportismo, no es ser indiferente al dolor del otro. Así comprendí que el amor debe ser de dos y que no se puede vivir de recuerdos.

Los ojos hinchados, la respiración entre cortada, la expresión de dolor, de agudo dolor en mi rostro... Y estaba sola. Era ignorada, buscaba que me prestara atención y no la recibí. Después de un largo rato, minutos que se convirtieron en horas y que los sentí eternos, decidí que nadie merece tantas lágrimas y que antes que amar a otro debía amarme a mí misma.

Sequé mis lágrimas con rabia. El dolor se transformó en coraje. Cerré mis ojos y todos nuestros momentos lindos pasaron frente a mí como una película, una historia ajena que ya no existe más. Luego miré al techo de mi habitación y pedí ayuda divina para superar todo.

El amor no puede ser dolor, no puede ser sufrimiento, no puede ser frío, sin señal de cariño... Me recosté en mi cama, abracé una almohada, sí, aquella que me regaló el ser que en ese momento me causaba tanta pena. Sentí el nudo en la garganta que se apretaba y me dejaba sin aire, pero me había prometido no llorar más. Y no lo hice. Retuve aquel líquido salado dentro de mis ojos y respiré profundo para calmarme.

Entonces me di cuenta que debía seguir adelante. Sé que los primeros días son los más difíciles y lamento que esto coincidiera con una fecha que debía ser especial para mí. Pero así sucede. Yo no me humillaré más por alguien que no valoró ni una sola de mis acciones. No dejaré que eso ocurra. Es hora de continuar con mi vida, aunque duela y sienta que no lo lograré.

Te dije adiós... Y lo aceptaste. Que seas feliz.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Soledad

No es un nombre y sinceramente no se me ocurriría llamar así a alguien por el significado que entraña. Soledad. Nadie desea eso. Quizás en algún momento la buscamos, pero nadie podría vivir feliz estando completamente solo. Está comprobado que la soledad llega incluso a desencadenar locura.
Pero creo que el peor tipo de soledad es cuando se está rodeado de muchas personas y aún así la sensación de vacío no se va. Es estar cerca a alguien que amas y no sentir su calor, poder verlo, tocarlo y ya no ver en ese ser las emociones que antes causabas.
La soledad se puede presentar en distintos aspectos de la vida, pero sin duda el más comentado y el que más ha estimulado canciones, versos, escritos, es el amoroso.
No creo que es necesario "terminar una relación" para experimentar ese tipo de soledad. Muchas veces el trato entre dos personas llega a enfriarse tanto que no es necesario de pronunciar la palabra "terminamos", para sentir que se está pasando por una ruptura.
Es entonces cuando los recuerdos invaden la mente y pretenden convertirse en ese reemplazo momentáneo a la amarga soledad que quiere adueñarse de tu vida.
Momentos felices, llenos de amor y cariño hacen que tu corazón se oprima, las lágrimas caigan sin poder detenerlas y experimentes un profundo dolor.
Es así cómo los instantes felices y de dicha se transforman por las circunstancias en hechos dolorosos que solo causan nostalgia.
La soledad es tener a tu amor frente a ti y sentir su trato casi extraño. Es añorar aquellos labios que se fusionaban con los tuyos y escucharlos pronunciar palabras tan ajenas, frías, sin color... Es ver cómo el nexo entre los dos se debilita hasta que llega el instante en el que el dolor va disminuyendo y empiezas a sentir que el olvido se apodera de ti, marcando final a aquella historia que creían imperecedera.
Esa es la soledad que no me agrada y que no quiero sentir. La que inspira a autores, la que ha terminado vidas y transformado a seres en duras rocas.
Pero yo no, Soledad, a mí no me vas a cambiar. Puedes querer invadir mi vida, pero no mi corazón. Me mantendré firme y seguiré adelante, con mis lágrimas siempre en silencio.

domingo, 17 de marzo de 2013

Amor

Antes de entrar a explorar el mundo de la relación de pareja, siempre había estado intrigado por ese sentimiento que puede surgir entre dos personas. Mis padres, mi ejemplo más cercano, siempre han luchado juntos contra todo, y aunque han tenido sus altos y bajos, continúan en esa unión de pareja que juraron ante Dios hace más de 30 años, cuando decidieron casarse.
Siempre me pregunté si yo sería así de afortunada y lograría estar con una persona durante tantos años, caminando juntos hacia la misma meta. He crecido en la época en que el divorcio es lo más común y al menos aquellos 'divorciados' ya no son mal vistos, como antes.
Sin embargo, no porque considere que hay algo malo con eso, no quisiera pasar por un proceso así. Debe ser algo muy duro casarte con alguien, esperando pasar toda tu vida al lado de esa persona y que de repente unos cuantos años después todos los planes se rompan, lo que construyeron juntos se desmorone y en ocasiones hasta terminan siendo dos completos enemigos.
Es por eso que el divorcio para mí no es una opción, aunque si en algún momento tuviera que vivirlo, estoy segura que saldría adelante con la fuerza que me caracteriza.
Retomando mi punto de partida. La relación entre una pareja es algo que siempre ha captado mi interés. Esa tensión que se crea entre dos personas, los juegos de poder, uno cede, el otro exige, el uno exige, el otro cede, esas negociaciones que se van formando en la convivencia, ese contacto interpersonal que surge cuando se pasa mucho tiempo con alguien.
Y la influencia exterior, la que nunca falta. Los amigos que tachan de "mandarina" al que creen que "cede" demasiado y los que creen que la fidelidad en una relación no es relevante.
Yo misma en algún momento pensé que la fidelidad solo se la debe a un esposo, a alguien con quien sabes que vas a pasar muchos años a su lado y que en cierta forma adquieres un compromiso con él, con Dios y en especial contigo misma. Sin embargo, nunca he podido ser infiel en una relación de noviazgo... creo que no va en mí eso de 'engañar' a alguien, mucho menos a alguien a quien amo. Lo único que siempre he esperado en ese sentido es reciprocidad, porque debe ser algo de dos, o eso pienso yo.
El amor, sin duda, un sentimiento maravilloso, que llena de vida al mundo, aunque también es tan poderoso que provoca reacciones inesperadas. En todo caso, me alegra tener el amor en mi vida y sentirlo a plenitud... amor familiar, de amigos y de una persona especial, a la que le dedico todas mis sonrisas desde octubre de 2010.

jueves, 3 de enero de 2013

Una guitarra sin cuerdas

Siempre me han gustado las canciones en las que se escucha con fuerza el rasgado de la guitarra... En las que se puede sentir el ímpetu de quien toca el instrumento. Son las que escucho en mis momentos de tristeza, en mis momentos de coraje, en los que quisiera tener esa fuerza para mandar todo al carajo y salir con la cabeza en alto.

Pero no soy así, aun cuando la rabia se apodera de mí y trato de descargar toda esa energía en el pobre infeliz que se cruce en mi camino. No es fácil no contar con el apoyo de los que amo y que me señalen por algo que ni siquiera conocen. Trato de permanecer de pie, buscando destacar en otros aspectos, tratando de hacerlos sentir orgullosos por otros factores... Sin embargo, creo que al final todo esfuerzo es en vano.

Es entonces que me siento como una guitarra sin cuerdas, que trata de emitir un sonido pero ha sido imposibilitada de opinar, de expresarse, de componer sus propias melodías... Lucho contra las opiniones que aún en mis momentos de flaqueza por otros motivos buscan hundirme por el mismo factor de siempre, aquella "preocupación" que no los deja dormir, pero que a mí me trae grandes momentos de alegría.

No lo creen. Piensan que las cuerdas que hacen sonar a esta caja de madera hueca son solamente invisibles, producto de un engaño, de una mente experimentada que puede manipular a su antojo a un pobre objeto que carece de raciocinio.

Es difícil asumir los retos que trato de superar, cuando se siente la energía de varias dedos que apuntan en señal de desaprobación y que no se entusiasman con la sonrisa que se esboza gracias a la presencia de aquel que consideran "inferior".

Me pregunto hasta cuándo deberé soportar eso. Ojalá en algún momento reflexionen sobre el sentimiento que producen en mí, que ocasiona que el sonido se ahogue en un llanto que nadie escucha y del cual solamente las frías paredes de una habitación han sido las testigos.

¿Qué más debo hacer para volver a sonar con fuerza? Debo asemejarme a ese ritmo impetuoso de ciertas canciones que transmiten rabia y rebeldía al mismo tiempo. Pareciera que eso quieren que haga, porque al apagar mi voz, anulan mi personalidad. Es mi vida, son mis decisiones. Lo único que logran es que la madera que compone a esta aparentemente nueva guitarra empiece a apolillarse. Acaban conmigo.

El sonido quiere salir, pero las cuerdas las siguen rompiendo...

martes, 1 de enero de 2013

Adiós 2012

Fueron 365 días de mucho aprendizaje y de constante descubrimiento de nuevas facetas de mi vida. Los primeros meses transcurrieron con normalidad, en medio de trabajo, estudio y el amor de la persona que ya llevaba un año a mi lado, en medio del anonimato.
Fue en agosto que la olla reventó y lo que había luchado por mantener en la clandestinidad por no contar con la aceptación de las personas más quiero salió a la luz.
Fue difícil afrontar mi engaño por amor. Difícil ver el rostro de la persona a la que más engañé. Pero, más difícil fue sentir su rechazo... Sentirme sola.
Pero, logré darle la cara al miedo y exteriorizar lo que sentía para que aquellos seres que me acompañan noche y día noten que sigo siendo lo misma.
A partir de ahí me quité un gran peso de encima, al no tener que seguir engañando, al no tener que sentirme mal por eso.
Transcurrieron otros meses y asumí un nuevo puesto en el trabajo. Aunque al principio me daba temor el cambio, decidí asumirlo con la fuerza que me caracteriza y siempre conté con el apoyo de los que me rodean.
Mi novio es un gran pilar que este año me ha impulsado a buscar siempre la excelencia. Siempre motivándome para hacer las cosas excelente y ayudándome incluso para que pueda graduarme.
Fue un año difícil, bastante, con momentos de tristeza y cambio; pero sin duda alguna ha sido el año en el que más me he sentido realizada como periodista. Y en el que aprendí a ver la vida con ojos de una persona adulta que sabe lo que quiere y lucha para tenerlo
2012, fuiste grande! En cada reto que asumí logré salir victoriosa. Y eso no podría haberlo conseguido sin la ayuda de mi Dios, mi familia y mi novio, Han sido las bases de mi 2012 y junto a ellos empiezo este 2013. Para que el éxito siga y vida continúe llena de momentos de alegría y paz. Ahora la meta es graduarme de licenciada y seguir creciendo laboralmente. Dios, en tus manos me pongo.


Gracias a todos por este 2012 especial! y gracias por seguir en mi vida en el 2013!!!


domingo, 30 de septiembre de 2012

Mi complemento

Yo conozco a un hombre que es padre y madre a la vez, que llora con una escena triste y se conmueve con una frase de aliento.
Conozco sus fortalezas y debilidades. Lo he visto llorar, lo he visto reír, lo he visto caer y lo he ayudado a levantarse.
Conozco a ese hombre que no tiene poses, pues no las necesita. Su sinceridad, en ocasiones un poco desmedida, se convierte en su principal característica. Es sencillo y no tiene prejuicios. No juzga a las personas por lo que tienen, sino por cómo son.
Conozco a un hombre que lucha por ser mejor, que ha tenido un pasado difícil, pero busca un presente mejor. Y lo está consiguiendo.
Conozco a ese hombre que tiene la espontaneidad de un niño y la determinación de un adulto que ha atravesado momentos difíciles, pero que ha sabido seguir adelante.
Conozco a un hombre que es superlativo en todo lo que hace: Cuando ama, cuando trabaja, cuando defiende... en todos los aspectos de su vida se entrega por completo, con alma y corazón.
Lo conozco desde hace más de dos años, y a pesar de los problemas seguimos caminando de la mano, hacia un mismo objetivo.

Hoy quiero escribirle a él. A esa persona que me acompaña cuando me siento débil, que me apoya cuando me quiero rendir y que me impulsa a seguir cuando he perdido la fuerza.
Quiero decirle cuánto admiro su fortaleza y lo que ha superado, y cuánto quiero ayudarlo a continuar recorriendo su camino.
Eres mi complemento. Tú me ayudas a sentirme segura, a mostrar mi potencial y a entregarme por completo en cada cosa que emprendo.
Quizás el mundo no te vea como yo, quizás solo ve a una persona que ríe, pero no sabe que por dentro en ocasiones también llora.

Yo conozco tu corazón... Y me siento feliz de estar cobijada dentro de él. Tus latidos le dan ritmo a mi vida y me impulsan a seguir.

Yo te conozco a ti... Mi complemento, mi compañero, mi mejor amigo y mi motor.

lunes, 9 de julio de 2012

Mi corazón sensible en este mundo indolente

Una señora recuerda con tristeza el día en que tres delincuentes le arrebataron la vida a su hijo. Esperaba que regresara a casa, pero nunca llegó. Tuvo que decirle a su nieto que su padre no volvería. Un año transcurrió y todavía no atrapan a los que por un estúpido celular apuñalaron a su único sustento.

En el rostro del pequeño hijo siente que su hijo ha renacido. Sin embargo, tiene días de depresión en los que no quiere conversar con nadie. Solo quiere llorar. Sueña con que su hijo la abraza y le dice que todo va a estar bien, y es en esos momentos que anhela quitarse la vida para reencontrarse con él. Pero no consigue hacerlo. Algo la ancla a este mundo.

Conocer historias así es algo que me conmueve. Leer, escribir y conocer historias de muertes violentas es algo que siempre me pone sensible. Arrebatarle la vida a una persona por un artefacto, por dinero, por enojo, por celos o por el motivo que fuere es algo sin sentido.

No solo se pierde esa vida. Se destruyen familias enteras, se truncan sueños, se desvían caminos y se aniquilan corazones. No es solo una persona la que muere; son muchas. ¿Por qué no lo entienden?

La piel se me eriza y los ojos se me llenan de lágrimas cuando observo por televisión las corridas de toros, en las que el vestido de luces conduce a un animal a la muerte, en medio de la algarabía de miles de desadaptados. A veces siento que el mundo es así.

Personas mueren y algunos inhumanos lo celebran. O prefieren vender su alma con tal de asegurar unos cuantos billetes, y no piensan en la justicia. Solo quieren su propio bienestar y se olvidan que parte del 'ser' humano es pensar en el prójimo. Querer a los demás.

Espero nunca tener que pasar por un dolor así. Perder a alguien que amo simplemente porque alguien más lo quiso así es algo que me desquiciaría. La violencia es algo que no puedo concebir.

Esposos que matan a la mujer a la que juraron defenderla, protegerla y amarla hasta el final. ¿Qué clase de locura es esa? A veces pienso que el verdadero purgatorio se encuentra aquí... En este pequeño mundo, en el que vivimos con demonios constantes que acechan las calles, que quieren destruir vidas y se disfrazan de 'humanos'.

Con esto, quiero aclarar, no estoy empleando un discurso religioso. Es solo una apología para expresar mi indignación por la crueldad que veo día tras día, y por la justicia que muchas veces castiga al inocente y beneficia al culpable.

Crecí en un país así. De esos llamados 'tercermundistas', de los que todavía parecen selvas de animales salvajes que disputan todos contra todos con tal de alcanzar el alimento. Solo que aquí la pelea no es subsistir... Es conseguir el poder. Todos lo anhelan y destruyen a cualquier con tal de conseguirlo.

Sí. Mi corazón es sensible. Soy periodista. Entro en contacto con realidades de otros para darlas a conocer. Debo tratar de mantenerme ajena a las historias tristes que oigo. Pero, mi corazón se achica cada vez que escucho una tragedia, una situación que quedo en la impunidad... Mi corazón es sensible y le duele este mundo que carece de sentimientos. Frívolo. Sin amor.

jueves, 5 de abril de 2012

Futuro

Aquella simple palabra, de tres sílabas, rige nuestras vidas e inclusive nos incita a tomar decisiones, de las que podríamos arrepentirnos. Futuro? Acaso no se forma por el presente? Alguna vez llegamos al futuro o es como aquel oasis que se aleja cada vez que parece que nos acercamos?

Partiendo de esta reflexión, en la que me he sumergido varias veces puesto que soy una de aquellas personas que viven pendientes del futuro, puedo concluir que lo que importa es el presente. Lo que hacemos hoy tiene consecuencias en el mañana, y son nuestras decisiones las que determinarán nuestro destino. 

He tratado de recordar eso porque desafortunadamente la mayor parte de mi tiempo estoy pendiente de aquel futuro que no llega, sin darme cuenta de que estoy desperdiciando el presente, el hoy, lo que tengo en ese instante y vivo pendiente de anhelos que quisiera que se concreten. 

Si pudiera aconsejarles algo... Pese a mi poca experiencia en la vida - 22 años no representan mucho frente a personas con más edad - les puedo recomendar que vivan cada día y que valoren lo que tienen en su vida, porque aunque no sea mucho es lo que necesitan en ese momento. Nada es estático y todo está en constante movimiento, como las células de nuestro cuerpo que viven en un eterno proceso de mitosis para garantizar la vida. 

Es así de simple. Lo que se detiene, muere. Entonces, sigue caminando, viviendo tu presente y construyendo así ese futuro que permanece incierto, pero que paso a paso vas descubriendo sin darte cuenta de que ya estás en él. 


He vuelto

Han transcurrido más de 365 días desde la última vez que exterioricé mis pensamientos y les di forma de letras en este blog. La depresión y la melancolía que me invadieron aquella noche en la que no sentía el valor de mi existencia en el plano terrenal, desaparecieron y ahora, a pesar de que el camino sigue siendo difícil, entiendo que mientras estamos vivos tenemos que luchar.

Ha sido el año en el que más he aprendido, con golpes y dolor, en ocasiones; con risas y emoción, en otras.  Pero aquí estoy, sigo luchando contra mis propios temores que se convierten en mis peores enemigos. No quiero que este texto de regreso sea como una autobiografía ni mucho menos un diario virtual, al que despojaría sin pudor de su característica de 'íntimo' y 'secreto', para transformarlo en algo público.

No es así. Solo quiero aclarar que mi visión del mundo es distinta, que he aprendido y mejorado en muchos aspectos, y que espero poder reflejar eso en mis próximos textos... He vuelto!

sábado, 2 de abril de 2011

Los jirones de mi truncado destino

Dormida. Un beso me hizo sonreír y un abrazo reconfortó mi alma. Abrí los ojos y no había nadie. No hay nada más doloroso que soñar con una realidad que no existe más. Si las palabras en esta noche consiguieran descargar en este escrito lo que anhelo gritar, quizás podría dejar una constancia de que no será injustificada mi actitud.

No le encuentro sentido a lo que hago, a lo que quiero y a lo que espero llegar a ser. Tantos sueños se desquebrajan en ese adiós que ninguno buscó, que no merecemos y que fuimos forzados a dar. Cómo puedo seguir adelante en este materialista mundo infernal que vacía el contenido de las personas y lo reemplaza por un signo de dólar? Cuál es el aprendizaje de esta sublime historia que culmina ahora?

Una mezcla extraña de emociones me embarga esta noche. En los momentos que me he hundido, he encontrado la fuerza para continuar. Mas estoy sola. Sola con mi dolor, con mi culpa y con mi destino que ha sido maltratado, desviado y truncado. Esa energía que se requiere para seguir caminando, es una quimera en este instante. Me desplazo por inercia. Las lágrimas fluyen sin ningún tipo de esfuerzo. Solamente caen una tras otra. Saladas. Dolorosas.

Pensamientos que jamás pensé tener me acechan. Mas la cobardía me vence. Comienzo a dudar si son tan descabellados como parecen y si en realidad pueden resultar ser esa solución a esta opresión en mi pecho. Dicen que el amor aumenta con el tiempo que se permanece junto a esa persona. En este caso no fue necesario eso. Quizás no comprendan la magnitud de mi pena. Pero no me interesa. Soy yo la única que puede saber lo que siente y lo que ya no quiere sentir.

Quisiera tronar los dedos y que todas las personas se esfumaran para poder desprenderme del torbellino de sentimientos que me torturan. Pero debo ver frecuentemente a aquellos seres causantes de tanto dolor. Debo interactuar con ellos porque forman parte de mi vida. -Está enferma? -pregunta uno de ellos. Yo solo pienso que mi padecimiento no es físico, es del alma. Y que aquel tipo de "enfermedad" es peor que cualquier dolor externo. 

Qué es lo que ellos han aniquilado en mí? Mis ganas de sonreír, mi fuerza para luchar, ese impulso vital que me impedía pensar la solución que ahora se cruza por mi mente, mi inocencia de creer que el amor todo lo puede y todo lo soporta, mis sueños de formar un hogar a partir de ese sentimiento puro que crecía con brío en mi corazón, creer que cuento con el apoyo de una estructura que supuestamente fue diseñada para comprender a sus miembros... Todo eso ya no lo pienso más. Han reemplazado un órgano por una roca. 

Estos son los jirones de mi truncado destino. Expongo una historia forzada a finalizar con un beso en la frente, mientras las lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Una relación señalada por el prejuicio y el interés. Un dolor provocado por una oposición que transformó mi alegría en llanto, mi dicha en desdicha, mi compañía en soledad, mis sueños en pesadillas... No hay nada más doloroso que decir adiós cuando el sentimiento permanece intacto, cuando el complemento entre los dos es casi imposible de concebir por la perfección que evidencia, cuando la decisión es presionada por unos entes descorazonados que ni siquiera se aproximan para saber cómo estoy. Esto duele. 

"No lo vayas a estar publicando por redes sociales", me dijo uno de ellos. Acaso eso es lo único que le interesa? La opinión de los malditos terceros que no consiguen ni arreglar sus propias vidas y por eso juzgan a los demás. Siento que desconozco a estas personas. Y ellas me desconocieron a mí. Soy una decepción para aquellos seres. 

Te extraño y te extrañaré por siempre. Si la cobardía me da tregua, podré llevar a cabo ese pensamiento desquiciante que aparece una y otra vez. Ya no sé qué es lo mejor para mí. Tú no estás. Lo demás perdió su color. Soy un retrato descolorido que comienza a deteriorarse. Una rosa que ha sido cortada de raíz y que solamente percibe unos minutos más para continuar aquí. Solo anhelo un instante de paz.


Tristesse 
(Milton Nascimento e Maria Rita)

Cómo me puedes pedir 
para que yo hable de nuestro amor?
Que fue tan fuerte y todavía lo es
Pero cada uno se fue

Cuanta nostalgia brilla en mí
Si cada sueño es tuyo
Le diste vuelta a la historia en tu vida
Pero para mí no murió

Recuerda, recuerda, recuerda 
cada instante que pasó
De cada peligro, de la audacia, del temor
que sobrevivimos
que cubrimos de emoción
Vuelvo a pensar, entonces

Siento, pienso, espero
permanezco tenso
todo el tiempo
que nos encontramos
nos miramos sin vivir
Deja de fingir 
que no soy parte de tu mundo
Vuelvo a pensar, entonces




* Será que este no es el fin...?

miércoles, 30 de marzo de 2011

Por qué escribo?

Hace un mes aproximadamente plasmé mis últimos pensamientos. Eran letras dirigidas al amor, como son las que suelo enlazar con mayor facilidad. Mas el texto romántico esperanzador o trágico no es la única forma de escritura que me suele fluir. Una meditación sobre la vida, los problemas del mundo, una cierta divagación en mi mente, una historia de ficción, una pequeña queja de índole social, son tan solo algunos de los temas que abordan con frecuencia mi pluma... En este caso, mi teclado.

Esta noche, mientras escuchaba música me puse a meditar por el motivo que ha impedido a mis dedos desplazarse rápidamente sobre las teclas para darle forma a aquello que quiero expresar, durante las últimas semanas. En ese instante me abordó de manera súbita una pregunta que se convirtió en el título de este texto. Por qué escribo? Mis ojos se perdieron en el vacío ante la interrogante. "Por qué escribo?", murmuré.

Creo que en ciertos seres humanos prima la necesidad de convertir lo intangible en algo material, algo que se pueda producir y reproducir entre los miles de cerebros que reciben la información mediante la sinapsis de miles de neuronas. Pertenezco a ese grupo que busca hacer tangibles sus pensamientos, arriesgándose a escribir en unas líneas lo que el sonido tal vez no pueda expresar con mayor proeza.

Hay ciertas cosas que prefiero callar, que no las comparto con nadie. Mas hay otras que traslado a la mente de otros para sentir que las exterioricé aun cuando no reciba una respuesta sobre ello. Siento que eso es lo que ocurre cada vez que escribo en este blog. Cada post tiene algo de mí. No al cien por ciento, porque me gusta mantener cierto misterio y ocultar mis verdades más controvertidas. Pero ciertamente, en esta página me desnudo un poco ante los ojos de quienes decidan emplear su tiempo leyendo lo que escribo.

Entonces escribo para exponerme? No, no creo que sea así de simple y básico. Escribo para transmitir una idea que en ocasiones me taladra el cerebro, al buscar con desesperación una salida en mis manos. Escribo para compartir ciertos pensamientos que pueden multiplicarse al entrar en contacto con otros mundos, con otras realidades muy ajenas a la mía. Escribo para comunicar algo y eso debe ser básico, puesto que aspiro a vivir de la comunicación masiva. Escribo para sentir. Escribo para volar y concretar en un texto todo lo que todavía no puedo hacer realidad. Escribo para amar lo que me hiere. Escribo para odiar lo que me gusta.

Son muchas las razones que me motivan a sentarme frente a una máquina a compartir a través de un mecanismo de 1 y 0 todo lo que le permito exponer a mi pensamiento. Y aquí estoy, retomando la escritura en mi blog a través de una meditación sobre los estímulos que me impulsan a escribir. Creo que esto se convierte en una manera mágica de recomenzar. En este momento escribo para darle forma a esa interrogante que se coló en mi cerebro, para otorgarle una respuesta que fuera digna de la naturaleza de la incógnita. Y es que la mejor manera de responder por qué escribo... es escribiendo.

lunes, 14 de febrero de 2011

Un día como hoy

En esta noche repleta de nubarrones que ocultan las estrellas, me sumerjo en la reflexión sobre el instante en el que comenzó esa historia. Ella me la contó y me hizo prometer que guardaría el secreto. Eso hago. En cierta forma. Pero es que sentí la necesidad de meditar sobre lo que me comentó entre risas nerviosas.

Un amor condenado a un final antes de empezar. Así lo veían cuando aquellas flechas de Cupido empezaban a surtir efecto entre los dos. Pero a pesar de eso se aventuraron en generar una interacción más profunda, en desentrañar lo que va más allá de la apariencia, de una primera impresión... comenzaron a perder el miedo y poco a poco se fueron adentrando en un vaivén de sentimientos.

"Contigo la sensación de miedo solo surge cuando un pensamiento desquiciado se me cuela en la cabeza y me hace creer que voy a perderte. Mas lucho contra eso porque he descubierto cuánto vale la pena tenerte. Los días grises adquirieron tonos coloridos y aquella tristeza que había querido hundirme en un pozo sin agua, desapareció paulatinamente. Con tu sonrisa me demostraste un mundo en el que no se necesita aprobación para sentir un verdadero amor. Sé que unas cuantas letras jamás podrán plasmar lo que siento, lo que anhelo expresar, lo que alberga un sentimiento, un corazón... pero aquí estoy, tratando de darle forma a esta sensación colosal que me cobija. El futuro es demasiado incierto, y por eso he decidido vivir el presente como si no hubiera mañana. Un día como hoy me acerqué a ti, te acercaste a mí, nos aproximamos sin que nuestras miradas pudieran cruzarse y sellamos esta unión con un roce de labios que conmovió nuestros corazones. A partir de ese instante esta historia tuvo altos y bajos, días buenos, días no tan buenos, mas el amor que había nacido se imponía como aquella bandera por la que había que luchar. Y así lo hicimos, así lo hacemos. Juntamos nuestras vidas y rechazamos a la soledad que empezaba a anidar en nuestras almas. Nuestras luces nos enseñaron un sendero novedoso, un sendero de amor... Solo me queda por decir que ya eres parte de mí".

Ese texto era parte de una carta que ella me mostró. Pues quizás podría parecer una simple historia de amor que no tiene nada de trascendente, pero va más allá. Lo que generó mi instante de reflexión fue notar cómo dos personas pueden aferrarse a estar juntas a pesar de que el panorama se muestre en contra. He ahí un ejemplo de esa frase que sostiene que el amor todo lo puede. Todavía no enfrentan su vendaval. Mas confío en que lo van a lograr dominar.

Un día como hoy empezaron a caminar juntos, a escribir una historia, a plasmar sus nombres en el libro de sus vidas... Un día como hoy creyeron aproximarse a una relación perecedera, que no tenía lugar en este mundo. Pero el tiempo que transcurre les ha demostrado lo contrario, les va abriendo un espacio en este  planeta en el que los prejuicios destacan como los determinantes para decidir el camino de los transeúntes. Y contra eso deben enfrentarse.

Un día como hoy surgió esa pequeña historia, con amor, con gloria...

En esta noche en que el cielo entrega gotas dulces, percibo la alegría de este día que empieza. Una sonrisa aparece en mi rostro al evocar esa historia de amor. Y todo nació, un día como hoy.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Un sueño

Esta noche soñé que no estaba sola... Rompí mis cadenas y salí a buscarte. Sin saberlo, ya estabas esperándome, como si hubieras leído en mi mente la intención de fugarme. No era un sueño gris. Estaba lleno de color. El único ser pálido parecía ser yo. Los ojos cerrados para no ver lo que se mostraba evidente y un sobrepeso en mi espalda me daban un semblante de sufrimiento.

Mas tú estabas ahí. Te aproximaste para disminuir la carga que llevaba. Tu ternura y preocupación me conmovieron a tal punto que decidí confiar en ti. Aunque fuera la última vez. Aunque fuera solo en un sueño que no sería eterno.

Agarraste mi mano y me llevaste por senderos que no quería recorrer. Seguía con los ojos cerrados para no reflexionar sobre la realidad, para perderme en ese mundo de ilusiones en el que me gustaba vivir, aun cuando me traía tanta decepción y desdicha.

Pero tenía que enfrentar esa verdad. No podía continuar en ese ciclo de caídas y recaídas constantes, en el que la única persona que estaba condenada a perder repetidamente era yo. Me encontraba en un juego perfectamente planeado para que yo jamás fuera la ganadora. En medio de mi ceguera no podía ver las opciones. Me perdía en aquel círculo del que no conseguía salir.

Mas tú me ayudaste. Me obligaste a abrir los ojos, aunque no quería hacerlo. Me daba temor enfrentar la verdad de que lo que había vivido era solo un espejismo, algo que jamás existió. Aunque para mí fue muy real mi mundo de dos, cuando abrí los ojos pude ver que allí solo viví yo. No era de dos. Siempre fue de uno. De la perdedora.

Cuando al fin mis párpados se alzaron para dejar al desnudo mis pupilas, la luz que ingresó por mi retina me hirió. Estuve tanto tiempo en la oscuridad que ya me había acostumbrado a ella. Había olvidado que existen otras opciones, otros caminos... Y me empujaste a verlos. A descifrarlos. Y finalmente caí. Necesitaba caer para volver a sentir, para recordar que seguía viva, que debía levantarme y seguir.

Eso hice. El aprendizaje no concluyó allí. Empecé a caminar aunque al principio me tambaleaba y quería retornar a mi estado inicial, de ojos cerrados, mente cerrada, verdades rechazadas... Pero seguías ahí. Motivándome a avanzar. Y fue allí cuando vi en ti algo que no creí volver a ver. Algo que pensé jamás sentir y que lo reservo dentro de mí.

Ahora ya no soy aquel ser descolorido que destacaba por su rareza en un sueño multicolor. Me mimetizo con ese entorno maravilloso al que me transportas cuando aprietas mi mano, cuando invades mi sueños y me llevas junto a ti.

Y todavía sigo en esta noche. Sumergida en aquel sueño que pasó de gris a tornasol. Esta es la historia de una ficción. Una fantasía creada por mi corazón para regocijar mi alma... No existimos en el mundo. Solo vivimos en nuestros sueños. Es allí donde nuestras almas encuentran vida y amor. Solo un sueño de dos.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

En búsqueda de la muerte


 Una camilla de un anaranjado intenso por el óxido que se apodera de ella yace en el suelo. Sobre ese metal deteriorado observo jirones de ropa. Retazos de lo que alguna vez fue una blusa, un jean azul, un sostén lila y un calzón blanco. Ahora no son más que desechos, vestigios de algo que existió y que ya no tiene utilidad.

Por los estampados en la blusa imagino que su portadora era una persona joven. Inmediatamente la tristeza me invade al recordar que estoy frente a la puerta de la morgue de la Policía Nacional y que aquella mujer debe estar muerta.

¿Qué le habrá pasado? ¿De qué habrá muerto? Estas preguntas seguramente el médico forense también está intentando descifrar, mientras examina el cuerpo de la joven que hasta hace unas cuantas horas estaba viva, era parte de este mundo y en este momento es tan solo un cadáver que alguien llorará, quizás.

Es inevitable reflexionar en instantes como éste sobre el nexo inquebrantable que mantenemos con la muerte Cierro los ojos para dejar de observar a la camilla. Mi audición se agudiza por la ausencia de uno de mis sentidos y pongo atención a todos los sonidos que se suscitan a mi alrededor: Una señora exclama “encebollado, encebollado” desde un comedor cercano, un hombre vende camisetas en la esquina, los carros pitan en la calle y escucho la canción “locos de amor” que se reproduce desde alguna casa.

El mundo grita a mi alrededor, mientras me invade el silencio de la muerte. Mis pensamientos me obligan a callar. Llevo dos horas esperando ingresar a la morgue, pero la “bendita” burocracia me impide el acceso. El doctor Montenegro, un hombre pequeño de abultado estómago, me repite que necesito una autorización para ingresar. Respiro profundo y cruzo la calle evitando observar su figura.

De repente, me tropiezo con un grupo de personas que cargan un ataúd. Lo ingresan a la Funeraria Olivares, ubicada justo al frente de la morgue. Ocho hombres se amontonan en la entrada del pequeño sitio. Algunos están llorosos, otros muestran un semblante austero. Ninguno conversa. Intercambian palabras en ocasiones, pero el silencio siempre surge como el símbolo de la pena que están sintiendo, o quizás se constituye en aquel compañero de la muerte, intentando brindar consuelo cuando llega el momento de la partida.

“Yo también soy travieso” alcanzo a leer en la camiseta blanca de un joven de unos 25 años. La picardía que denota aquella frase se opone a la tristeza de su rostro. Por su vestimenta podría deducirse que no estaba preparado para vivir una situación de esa naturaleza. Coloca su mano izquierda en la pared y observa a una mujer de aproximadamente 40 años que yace amarilla en el interior del ataúd. Es el ser querido que acaba de perder.

El incesante tráfico de la calle intenta perturbar el silencio sepulcral del momento. Varios vendedores transitan por el sitio. Todo está vivo, menos aquella persona que está recibiendo una dosis de formol. Su fluido vital es reemplazado por esa sustancia letal de penetrante olor. Así de efímera es la vida.

Treinta minutos después, los hombres parten en una camioneta junto al féretro café. En la funeraria solo permanece un señor con guantes de látex que se apresura a limpiar los recipientes que utilizó y se sienta a esperar… a esperar, a esperar en medio de ataúdes a la próxima víctima que la muerte le entregue para mantener su negocio.

Unos lloran y otros obtienen beneficios de ese sufrimiento. Así está diseñado este mundo, en el que los polos balancean nuestras vidas constantemente, obligándonos a fluctuar entre lo bueno y lo malo, la alegría y el dolor, la muerte, el silencio, la tristeza, la angustia y el temor.

Retorno a la morgue para confirmar que mi ingreso es prácticamente misión imposible. Entonces parto a las salas de velaciones de la Junta de Beneficencia, para reproducir el recorrido de un cadáver. Al llegar a aquel sitio me sorprenden los contrastes: Unos lloran y otros parecen encontrarse en una reunión, conversando sobre la familia y hasta riéndose. Demasiado superfluo el ambiente para permanecer allí mucho tiempo.

Decido caminar hacia el sitio donde van los muertos, donde también van los vivos: El cementerio. En medio de varias transitadas avenidas se encuentra el Cementerio General. A pesar del bullicio que lo circunda, allí el silencio se percibe desde el ingreso. Los pitos, gritos y demás no se sienten en este sector.

Grandes estructuras blancas con miles de tumbas en su interior se alzan majestuosas y las observo con temor, con el temor de imaginarme allí, en una bóveda, encerrada para siempre. Camino con lentitud y un señor me pregunta si necesito una escalera para dejar unas flores. La muerte es su vida, la que le da el pan cada día.

Respondo negativamente y aprovecho que me encuentro en este lugar para buscar la tumba de mi abuela. Hace cuatro años partió y desde aquel 26 de junio no volví a observar su blanca lápida. Ahora intento hallarla entre cientos de nombres que para mí no son más que eso, nombres, pero que para otras personas deben haber sido toda su vida o al menos una parte importante de ella.

Mientras camino, se alzan frente a mí majestuosas estatuas que buscan embellecer este solitario y melancólico paraje. Ángeles que extienden sus alas con rostros amenos, pretendiendo brindar un consuelo a la muerte. Para mí son solo figuras que las construyen aquellos que tienen el dinero para hacerlo.

En la parte de atrás, lejos del cemento y la belleza de las esculturas, se encuentran las tumbas de los pobres. Las que tienen las cruces torcidas, los nombres borrosos y la tierra las cobija. “Por allá es peligroso”, menciona una señora. Al parecer la inseguridad también les está reservada en la muerte. 

Luego de una hora, declaro por terminada mi infructuosa búsqueda. No encontré la tumba de mi abuela. Regreso al bullicio de la ciudad. Observo las blancas paredes de ese lugar que se imponen como las murallas que separan a la vida de la muerte. Me pregunto cuánto tiempo pasará para que regrese. Un frío recorre mi cuerpo y prefiero evitar este agobiante silencio que me induce a meditar sobre el estado definitivo que nos arrebata la vida.

Tarareo una canción e ingreso a un bus para retornar a mi casa. Al llegar, me acuesto en mi cama. Hoy tengo 24 horas menos de vida que ayer. ¿Cuándo llegará el día en que mi línea finita me lleve a un incierto destino? El temor ya no me invade ante este nuevo pensamiento. Estoy en este mundo fútil y vano de fugaces momentos gratificantes que intentan traer confort a nuestra mortal existencia… Sonrío. Es la manera más efectiva de demostrarle a la muerte que todavía no me arrebata los sentidos. Aún puedo hacerlo. Sigo viva.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Vaso


Un vaso en medio del ajetreo constante de este sitio. Alguna vez fue útil, tuvo valor. Ahora permanece en un rincón, olvidado, ignorado… La mancha chocolate que yace junto a él pareciera ser la sangre que derramó en el momento que se aproximaba con violencia al suelo. Allí está. En el olvido.

Cientos de personas transitan con rapidez el sitio, pasan junto a él, casi lo pisan, pero ni lo determinan, es invisible. En realidad no importa mucho porque es un vaso, algo inerte que pierde interés luego de cumplir con su objetivo. Pero, desafortunadamente existen seres que ven a otros como a aquel vaso. Todos están ahí para su beneficio y una vez que cumplen su objetivo son echados al olvido, estrellados violentamente con el suelo… La sangre chocolate se derrama mientras su vida se extermina en la indiferencia.

Y así también existen naciones con aquellas características; usan a otras hasta que pierden valor y son olvidadas.Yo vivo en un vaso. En un vaso del sur del mundo. Un vaso medio lleno, medio vacío. Un vaso que quiere destacar pensando que es aquel ser que lo desechó. Pero sigue siendo un vaso. Un simple vaso que algún día derramara su sangre chocolate y se irá a la miseria llevándose consigo todo su contenido. 

Este vaso nos llevará a todos si no luchamos por evitarlo. Recordemos que un vaso puede ser reciclado. Depende de nosotros. El futuro está en nuestras manos. 

Una hoja

La página ha adquirido un semblante descolorido y la ausencia de tinta la torna aún más pálida. Desearía ser como aquel frágil papel que no tiene una historia. Sin pasado ni futuro. Sin contenidos que borrar ni recuerdos que evocar en los momentos de soledad.

Mas mi presente se ha convertido en un libro con conflictos inconclusos, lleno de raíces que lo anclan a un pasado que -creo- ya no existe más. No comprendo por qué no me quiebro en este momento en que siento que un final se aproxima. Quizás en esta historia yo seré aquel personaje antagónico que establece un vínculo con la soledad y que tiene un triste desenlace.

Será? Quisiera ser como una página que no tiene nada que contar, nada que ocultar, nada que olvidar y nada que perder. Mas estoy llena de tinta y con múltiples opciones que de una u otra forma traerán sufrimiento. No sé si optar por la soledad y que aquella se convierta en el camino para reordenar estas hojas que han perdido su rumbo, como un río que debe disminuir su fuerza para reencontrar su cauce.

Te busco y ya no estás. Te has desvanecido de mis sueños, perdiste tus alas de ángel y la luz que habías traído a mi vida se apagó. La apagaste (?) o quizás la apagamos. Solo ahora puedo notar que me estaba aferrando a un pasado que no se trasladó al presente, que me agarraba del espejismo producido por todo lo que alguna vez sentimos.

Pero carezco de valor para enfrentar la realidad, aunque en mi mente la conozca. Esta vez mi corazón interfiere con su testarudez característica, obligándome a permanecer en la mitad, entre un principio y un final. En ese paraje incierto que solo trae sufrimiento y dolor.

Nuevamente la soledad emerge como la única solución gratificante. Será? Sigo sin valor para tomar una decisión. No sé si estoy preparada para dejarme abrazar por la compañía de la soledad. Tengo el temor de que esto concluya mal. Siento que así será, aunque lucho por abrazar la remota esperanza que no sufriré, que todo saldrá bien y estaré feliz.

Quizás es el momento preciso para comprender que la felicidad es repentina, fugaz y escurridiza. Pero ya que importa... Ya he aprendido a levantarme más fuerte y eso haré. Siempre.

domingo, 17 de octubre de 2010

Más allá del esfuerzo


Suena el timbre de salida y la algarabía de los alumnos invade la calle rápidamente. Jóvenes de todas las edades ocupan la cuadra y sus rostros evidencian la satisfacción de poder dirigirse a sus hogares. Entre ellos se encuentra Nery Cimisterra, de 17 años, que parte del colegio Santísima Trinidad, ubicado en La Floresta 1, al sur de la ciudad. Son las 13h30 y para muchos la jornada ha concluido; para él, está muy lejos de terminar.

Con el uniforme y la mochila al hombro podría mimetizarse entre el alumnado, pero sus casi dos metros de alto lo hacen destacar. “Mi estatura y mi piel negra inspiran temor a veces”, confiesa entre risas mientras se aparta de la multitud para ir a su casa, localizada a tan solo unas cuadras de su centro de estudios.

Camina presurosamente. No tiene mucho tiempo para almorzar, porque el primer trabajo del día lo espera: lavar carros. Su madre Alexandra lo recibe con la comida lista. Nery besa su frente y mientras su progenitora coloca el plato en la pequeña mesa de plástico, él corre a buscar su guitarra para relajarse un rato. En el futuro se visualiza como un cantante reconocido, con una buena esposa y una casa.

Comienza a cantar en la sala aquella melodía que dedicó a su madre en un acto del colegio.“Y en este mundo solo hay una madre… en este mundo solo hay un ángel”, expresa en su canción. Alexandra sonríe y recuerda la primera vez que la escuchó. “Me hizo lloriquear”, agrega.

La relación entre los dos revela amor y respeto, pero no siempre fue así. Apenas un año atrás las discusiones eran constantes y Alexandra se desesperaba porque sentía que se le “escapaba de las manos”. La integración a la pandilla Ñeta había transformado a su hijo. Nery comenzó a participar en actividades delictivas de las que ahora se arrepiente, las calificaciones en su colegio empeoraron y el dinero que conseguía lo utilizaba principalmente para comprar armas.

Ahora, ocupa sus ingresos para adquirir perfumes, desodorantes, y lo que le alcance con lo poco que gana. En esa época obtenía bastante dinero, pero “eso no es garantía de felicidad... vivir con el temor de que alguien te mate, no es vivir”, reflexiona.
De lunes a domingo tiene dos trabajos: lavar carros de tarde y cuidar un negocio de máquinas de juegos de noche. Los sábados también da clases de guitarra a 100 jóvenes en una iglesia cercana. Y ahora quiere incursionar en un proyecto para llevar comida a los pueblos los fines de semana.

Sin embargo, el estudio es primordial para él. Se levanta a las 5h00 para hacer deberes y leer. Los miércoles pide permiso en su trabajo para aprender inglés en Pacific School, en el sur de la ciudad, donde tiene media beca por su situación económica, y destaca que su principal objetivo es graduarse del colegio para tener más opciones laborales.

Continúa rasgando las cuerdas de la guitarra café que le regaló su padre varios años atrás cuando le enseñó las notas musicales. Una canción cristiana salta a su mente y empieza a entonar letras dirigidas a Jesús, a quien le agradece el haberse alejado de la "mala vida".

Su hermano menor, Pierre, de 11 años, aparece en la sala cantando en voz baja. Conoce de memoria todas las líricas que Nery compone. Son cinco hermanos, y el cantautor es el mayor, el ejemplo a seguir, como destaca su madre. Luego de unos minutos abandona la guitarra sobre una silla de madera y empieza a comer. Son las 14h30. No tiene tiempo para descansar. Reemplaza el uniforme por una cómoda camiseta sin mangas y parte de su casa.

No hay muchas personas en los exteriores. Ingresa por un callejón y arriba a un parque conocido como La Mano Roja. En ese sitio se reunía con sus amigos Ñeta en el 2009, pero poco después de que se retiró de la pandilla, los líderes fueron asesinados y la presencia de mafiosos alejó a los pandilleros del sector.

Una neumonía que casi llevó a Nery a la muerte, los ruegos de su madre para que dejara esa vida y la lucha de su padre para que asistiera a la iglesia, fueron los principales motivos que le dieron la fuerza para abandonar las drogas, alcohol, robos y todo lo relacionado al bajo mundo.

Su pantalón de tela, los zapatos de suela, el cabello corto y peinado, contrastan con su semblante de hace un año. Grandes cadenas en el cuello, pantalones anchos, trencitas en la cabeza y una pistola bajo la camiseta formaban parte de su anterior apariencia. Jamás se hubiera imaginado predicando y cantándole a Dios. Pero así ocurrió.

Llega rápidamente a la avenida Domingo Comín, donde empieza el trabajo. Entra a una pequeña casa que funciona como negocio de limpieza de carros. Se despoja de la camiseta y con el torso desnudo agarra unos baldes para limpiar un skoda blanco que lo espera en la calle.

Cuando trabaja se transforma. Las risas y la espontaneidad que lo caracterizan son reemplazadas por un aspecto de concentración y seriedad. Gana alrededor de $0.50 por cada carro que lava, pero a él no le importa la cantidad. Su principal motivación es sentir que está saliendo adelante por sí mismo y convertirse en un verdadero ejemplo de superación para sus hermanos.

La tarde va cayendo y el joven retorna a su casa para merendar. No muestra cansancio. Su sonrisa reaparece en su rostro, llama a su enamorada, y cuando llega a su vivienda se apresura para comer. Una hora después se dirige de nuevo al mismo sitio donde lava carros, pero esta vez regulará el uso de las máquinas de juegos que también funcionan allí.

Con las luces de los postes acompañándolo durante el trayecto, vuelve a pasar por el parque, cruza la avenida, llega a esa pequeña casa y se dispone a vigilar a quienes juegan. Y así pasa el tiempo, entre un trabajo y otro; estudio, familia y su pasión, la música. Ahora sí, la jornada del adolescente está por concluir, pero en tan solo siete horas volverá a ejecutar aquella rutina que ha transformado su vida...


miércoles, 13 de octubre de 2010

Entre payasos y espejos

Los berrinches característicos del impulso casi infantil que suelen dominar en ocasiones a los seres humanos, he tenido que dominarlos para demostrar mi "madurez" y mi crecimiento con respecto a la manera de enfrentar la vida. He aprendido a callar mis problemas, a sonreír cuando lo único que quiero es huir y no ver a nadie, a armarme con una coraza que pretende ser mi protección para evitar ser lastimada y herida. He aprendido a llorar en silencio para que las otras personas no se enteren de mis problemas. Ya tengo suficiente con los míos como para tener que tolerar juicios y sentencias de otros que ni siquiera pueden experimentar la magnitud de los hechos que me agobian.

Los años pasaron desde mi infancia y tuve que aprender que en este mundo, o quizás solo en esta ciudad, no se puede ser una persona demasiado tolerante, porque el ser humano tiende a abusar de la paciencia y tranquilidad de otros. He aprendido que cuando alguien quiere humillarme de mí depende que lo consiga o no. He aprendido a callar cuando lo único que quiero es gritar. Sí, los años traen enseñanzas que nos impulsan a mejorar. Así dicen. Pero en realidad no me arriesgo a aseverar que ésa constituya una norma general.

Recuerdo cuando me caía de niña y lloraba, mientras varias manos se prestaban a levantarme. En el proceso de "crecer" he aprendido que caerse es sinónimo de risa y que las lágrimas de dolor deben ser reemplazadas por una apariencia inmutable que muestre serenidad, con el único objetivo de reflejar manejo y control de las emociones como si se tratara de entes robotizados incapaces de sentir (madurez?). Aprendí a levantarme con la cara al frente sin mostrar vergüenza y ningún gesto de sufrimiento para continuar mi recorrido, tratando de superar la vulnerabilidad del ser caído que es objeto de mofa.

Y aunque ya crecí y casi no voy a los circos comprendo ahora de una manera más vivencial la situación de los payasos que deben sonreír aunque por dentro quieran llorar. En este mundo, al parecer, triunfa aquel que esconde de manera más efectiva sus sentimientos para conseguir tener el control de su vida y, por qué no, de la de los demás. Todo esto ha involucrado mi proceso de crecimiento. Sin embargo, todavía persiste en mi mente la interrogante: Quién puede ser feliz?
Así es la dramática realidad de los espejos.

sábado, 9 de octubre de 2010

Los secretos de la luna

La noche oculta un velo de misterio. El termómetro marca menos grados, y en contraste su cuerpo eleva su temperatura. Se aferra con fuerza a la sábana y un grito es ahogado con la almohada. Tiembla y los latidos de su corazón se aceleran cada vez más. Sus ojos se arrugan ante las sensaciones que la invaden y una mano en su pecho la hace estremecer.

A la mañana siguiente, nada ha pasado. Amanece en su cama en un charco de sudor, pero todo sigue igual. Sin embargo, algo se ha perdido. El día transcurre con su monotonía característica y su mente se nubla ante el pasado reciente. Los recuerdos se han desvanecido como antiguas fotografías que perdieron su color.

Y así la luna aparece nuevamente. Impetuosa. Solitaria. Observándolo todo, sin poder hacer nada. El aire se torna frío, pero en esa cama de nuevo el fuego se enciende. Los estremecimientos reaparecen y un vaivén de mar salvaje se apodera del acolchonado sitio. Ha empezado un ciclo que se repite cuando el sol se oculta, quedando presente la feminidad de la luna.

Varios meses después, el colchón ha mutado su forma, la resistencia dejó de existir, el pasado ha perdido su nombre y aquella joven percibe cómo se ha pervertido su historia. Fue despojada de su cuerpo por un extraño al que tuvo que acoger como si fuera su padre. Y ahora es expulsada de su hogar por ser una pecadora y el responsable aparece triunfante.

Deambula por las calles con mirada perdida. Aprieta los labios al recordar las noches de aquel sucio vaivén que acabó con su vida. Fue temerosa y eso aniquiló su paz. El tiempo ha pasado y su existencia es solitaria, como aquella luna que solía ser impetuosa pero que el dolor convirtió en una pálida dama que ya no puede brindar calor... El frío y la melancolía anidaron para siempre en su corazón.

domingo, 19 de septiembre de 2010

El país de la impunidad

Observé sus ojos azabache de mirada perdida, las manos en sus temblorosos labios y las lágrimas que querían brotar tornando vidriosas sus pupilas... Él luchaba por no demostrar debilidad, aunque todos en silencio comprendíamos su dolor. Probablemente nuestros caminos nunca se hubieran cruzado si un borracho no hubiera acabado con su familia unas cuantas horas antes. Ojalá hubiera ocurrido de esa forma, mas no era así.

Ahora se encontraba ahí, hundido en un negro sillón, ignorando a su entorno porque en su mente libraba una dura batalla. Miles de recuerdos seguramente invadían su cabeza, mientras intentaba en vano entender que los rostros que alegraban su existencia ya no forman parte de este mundo. Sus tres vástagos fueron arrebatados de este purgatorio con una velocidad mortal y su esposa se encontraba en terapia intensiva, con la indecisión de vivir o acompañar a sus hijos en otro sitio.

No imagino la magnitud del dolor de aquel pequeño hombre que estaba a pocos instantes de aparecer en televisión. Un señor se acercó a ofrecerle una taza de café. Él la aceptó sin mencionar palabra. Yo no podría estar ahí sentada luego de perder a mi familia, pero él quiere contar su historia. Tiene sed de justicia.


Una mujer de aspecto sereno sostiene la mano de aquel valiente. Nadie conversa. Todo estaba en silencio como si se rindiera un postrero homenaje a los seres que en dos horas serían llevados a su morada de descanso eterno. De repente, un sentimiento de impotencia me invadió, e intenté buscar en mi mente alguna palabra que pudiera brindar aliento al señor que lloraba sin emitir sonido. 

Búsqueda infructuosa. No existen palabras que consigan siquiera atenuar un dolor de esa dimensión. Yo no puedo opinar sobre algo que desconozco. Sería una hipocresía mencionar "lo siento mucho". Acaso yo puedo sentir lo que él experimenta en ese momento? Era imposible. El dolor del vacío que deja la muerte solo puede ser atenuado con el silencio. Pero él quiere hablar, sí, quiere hablar en vivo, quiere pedir justicia, quiere contar su historia. 

Y así llegó el momento decisivo. Se paró y por primera vez levantó la cabeza. Caminó lentamente hacia el estudio, mientras un señor acomodaba el micrófono en su camiseta negra. Se sentó frente a dos panelistas y a la conductora del programa. Un zoom de la cámara mostró a los televidentes sus ojos cristalinos y la expresión de dolor que evidenciaba su rostro. 

"Esto no puede quedar así. Exijo justicia", sentenció con voz gangosa y su mirada adquirió un matiz austero. No habló demasiado. Ya había dicho lo que su alma anhelaba exclamar. Había roto el silencio para buscar justicia, mientras su esposa se encontraba en un hospital cercano, conectada a miles de cables que buscaban brindarle una chispa de vida. 

Luego de que el hombre expresó su demanda, el director de tránsito se deshizo en ofrecimientos, casi jurando por su vida ajusticiar al borracho que quiso contribuir a la reducción de la sobrepoblación mundial al exterminar 16 vidas en tan solo segundos. Sí, ojalá este país no sufriera de amnesia, pero parece que el fantasma del Alzheimer lo invade. 

Miles de personas son asesinadas, mutiladas, arrolladas, atropelladas, exterminadas en manos de otros, y sus imágenes cubren a diario las noticias. Sí, un día son noticias, al siguiente ya forman parte de la historia. De una historia que no quiere ser contada. De una historia que las personas mencionan solo un momento, para luego poderla borrar. Somos seres que sufrimos de amnesia. Y es así que aquel señor que con valentía se repuso a su dolor para exclamar justicia, mañana será tan solo un archivo de un programa, una historia olvidada en medio de la ciudad. 

Cuando se retiraba del estudio, observé su pequeña figura pasar por la puerta y sentí que mi corazón reducía su tamaño. Miré hacia una pared tratando de reprimir mis emociones. Regresé la mirada, pero él ya no estaba. Desapareció como las cientos de miles de historias que se desvanecen en unos cuantos segundos. Permanecí ahí con la mirada perdida, me senté en el negro sillón y con los ojos casi cristalinos reflexioné impotente: Una historia más que permanecerá impune en mi país. Triste subdesarrollo infernal...

Confieso

Confieso que a veces no soy la mejor, que suelo irritarme con facilidad y que en ocasiones no encuentro respuestas ante situaciones poco complejas. Confieso que en mis momentos de soledad miles de pensamientos agobian mi mente, pero siempre desencadenan instantes como éste en el que las letras se convierten en mi defogue. Confieso que soy incondicional con quienes amo y que también puedo ser un verdadero martirio para los seres que deambulan queriendo torturar a otros. Confieso que creo en Dios sobretodo y que su presencia ha iluminado mi vida. Confieso que creo en el destino, pero solo en la medida que pueda cambiarlo, transformarlo y hasta desviarlo. Confieso que mi corazón no alberga rencores ni malos deseos, solo algunos que otros ligeros raspones productos del tiempo y de los malos momentos que felizmente han sido pasajeros. Confieso que amo sin condiciones y que no tolero que alguien ataque a quienes quiero. Confieso que muchas veces he actuado un poco impulsiva, sin ocasionar daño. Confieso que no soporto la injusticia, aquella palabra que ha perdido su connotación negativa por exceso de uso. Confieso que vivo con almas benditas en un mismo techo que nos da el abrigo. Confieso que conozco personas carentes de valores y de las que procuro mantener distancia. Confieso que tengo amigos verdaderos a los que espero que el tiempo nos una de nuevo. Confieso que mi vida ha sido hermosa, con colores oscuros y tonos de arco iris, una amalgama de sentimientos nobles y actitudes positivas que me han permitido crecer. Confieso que siento temor de la muerte, aunque sienta que hay algo sublime después de ella. Confieso que creo en los ángeles y que al mirar al cielo siento que alguien me observa. Confieso que estoy enamorada de la vida, porque me ha encausado por caminos gratificantes, y es así que me encuentro rodeada de seres que son pequeñas luces que guían mi sendero. Sí, confieso, confieso que soy feliz. Confieso que amo con todas mis fuerzas. Confieso que me encuentro en un momento de dicha. Confieso, confieso que estoy siendo sincera y que momentos como éste no suelen repetirse. Por eso agradezco poder reflexionar sobre mi vida para plasmar en letras lo que mi corazón siente. Soy feliz gracias a ustedes. Gracias por formar parte de mi camino y por compartir conmigo miles de sonrisas. Confieso que hoy vivo a plenitud y con pasión, siempre de la mano de Dios.

domingo, 29 de agosto de 2010

Para ti

La noche del 21 de septiembre de 2006 sentí la necesidad de escribirte estas líneas...

Adiós!!! Ni siquiera pensé que me iba a doler de la forma en que me duele! Siento que pude haber hecho mas por ti y que no lo hice... No sé si es que ahora creo q eras una persona diferente a la que yo antes creia que eras.. Lo cierto es que te extraño y ahora no puedo retroceder el tiempo para decírtelo. 

Ni siquiera sé exactamente qué es lo que extraño de ti, porque aunque te dije adiós hace poco, creo que el verdadero adiós fue hace mucho tiempo... Solo sé que deseo que hubieras sido diferente y que yo también hubiese sido diferente... 
Los años enseñan bastante, yo aprendí, pero a ti se te acabó el tiempo. Espero que estés bien y que también me extrañes. Por ahora te digo adiós, pero un día te tocará decirme: Bienvenida a casa! Espero, aunque te extraño, que aquel día esté muy lejano... Hasta entonces: Que descanses en paz!!! Te quiero muchísimo!