jueves, 3 de enero de 2013

Una guitarra sin cuerdas

Siempre me han gustado las canciones en las que se escucha con fuerza el rasgado de la guitarra... En las que se puede sentir el ímpetu de quien toca el instrumento. Son las que escucho en mis momentos de tristeza, en mis momentos de coraje, en los que quisiera tener esa fuerza para mandar todo al carajo y salir con la cabeza en alto.

Pero no soy así, aun cuando la rabia se apodera de mí y trato de descargar toda esa energía en el pobre infeliz que se cruce en mi camino. No es fácil no contar con el apoyo de los que amo y que me señalen por algo que ni siquiera conocen. Trato de permanecer de pie, buscando destacar en otros aspectos, tratando de hacerlos sentir orgullosos por otros factores... Sin embargo, creo que al final todo esfuerzo es en vano.

Es entonces que me siento como una guitarra sin cuerdas, que trata de emitir un sonido pero ha sido imposibilitada de opinar, de expresarse, de componer sus propias melodías... Lucho contra las opiniones que aún en mis momentos de flaqueza por otros motivos buscan hundirme por el mismo factor de siempre, aquella "preocupación" que no los deja dormir, pero que a mí me trae grandes momentos de alegría.

No lo creen. Piensan que las cuerdas que hacen sonar a esta caja de madera hueca son solamente invisibles, producto de un engaño, de una mente experimentada que puede manipular a su antojo a un pobre objeto que carece de raciocinio.

Es difícil asumir los retos que trato de superar, cuando se siente la energía de varias dedos que apuntan en señal de desaprobación y que no se entusiasman con la sonrisa que se esboza gracias a la presencia de aquel que consideran "inferior".

Me pregunto hasta cuándo deberé soportar eso. Ojalá en algún momento reflexionen sobre el sentimiento que producen en mí, que ocasiona que el sonido se ahogue en un llanto que nadie escucha y del cual solamente las frías paredes de una habitación han sido las testigos.

¿Qué más debo hacer para volver a sonar con fuerza? Debo asemejarme a ese ritmo impetuoso de ciertas canciones que transmiten rabia y rebeldía al mismo tiempo. Pareciera que eso quieren que haga, porque al apagar mi voz, anulan mi personalidad. Es mi vida, son mis decisiones. Lo único que logran es que la madera que compone a esta aparentemente nueva guitarra empiece a apolillarse. Acaban conmigo.

El sonido quiere salir, pero las cuerdas las siguen rompiendo...

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